Los medios de comunicación se encargan de presentarnos algunos personajes cuyas acciones se salen de lo habitual, porque son capaces de hacer lo que prohibe la moral convencional que mayoritariamente defiende la sociedad.
Hace algunos meses vivimos el tema de Aminatou Haidar, la activista saharaui que plantó cara al ejecutivo español y se negó a hacer lo que se dictaban desde el poder español. A pesar de sus creencias religiosas y de su sensibilidad de madre, inició una huelga de hambre que puso en serio aprieto a los gobernantes españoles.
Ahora hemos vivido mediáticamente el tema de Guillermo Fariñas Hernández, disidente cubano, psicólogo y padre, cuya huelga de hambre en Cuba forzó la liberación de muchos presos políticos que han venido a parar a España, gracias a los buenos oficios del ministro Miguel-Ángel Moratinos.
Pero no todo lo que se dice (o se lee) está llamado a coincidir con los hechos que puedan vivir los protagonistas, en este caso, los ex-carcelados cubanos que ya se encuentran en España. Una vez lei en alguna parte que España era un país 'cementerio'. De esa lectura hace ya muchísimo tiempo y no llegué a entenderlo. Ahora, cuando leo cómo son alojados en España los ex-presos cubanos, metidos en el saco cerrado de la inmigración, me pregunto si no les habrán traido para acelerar su anulación política. También me pregunto hasta cuánto resistirá nuestro gobierno antes de abandonarles a la buena de Dios. Cualquier día de estos, queriendo conocer los alrededores de su esporádica residencia, nuestra policía podrá pedirles la documentación y a falta de él, ser deportados en tres días: ¿A DÓNDE?
Gracias, estoy muy orgullosa de tus artículos. Me siento emocionada al descubrir este certero análisis de la actualidad.
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